El sueño de la casa propia, de madera, zinc, sin arquitectos, con tus manos, lágrimas, amor, puteadas y sonrisas.

jueves, 6 de marzo de 2014

La A azul


"Cuando el niño era niño
lanzó un palo como una lanza contra el árbol,
y hoy vibra así todavía"
Peter Handke

“No crean que el destino sea otra cosa que la plenitud de la infancia”
R. M. Rilke

“La casa, como el fuego, como el agua, nos permite evocar fulgores de ensoñación
que iluminan la síntesis de lo inmemorial y el recuerdo”
Gastón Bachelard


Subir a un árbol, meterse debajo de la cama, internarse en la oscuridad de un ropero, colgar una manta entre silla y silla y crear allí abajo una casa dentro de la casa suele ser el modo en que cuando niños nos inventamos una casa a nuestra escala.

Este juego ¿responde a una repetición en espejo del mundo de referencia que es la casa de los padres o es la posibilidad de inventarse otro mundo, de subvertir un orden? Si esa casa en miniatura es la invención de un mundo hecho a la escala de nuestro deseo y capacidades, esa miniatura se vuelve también la posibilidad de un plus de felicidad. De un espacio al que no llega la mirada de los grandes.

La pregunta por la casa, entonces, se vuelve una pregunta por la infancia. Ese tiempo inmemorial y a la vez objeto del memorar adulto y de la nostalgia, en que la invención y el deseo no claudican ante el principio de realidad. Si como escribe Bachelard la infancia es ciertamente más grande que la realidad, es porque en ella reina la invención, que vuelve posible lo imposible, real lo irrealizable, palpable lo fantástico.
Un ropero puede convertirse en palacio y poner patas arriba una silla bastará para subirse a una torre y ver el mundo. Echar mano de lo que se tiene al alcance para construirse un refugio, condición para volver habitable el mundo.

“La casita” de Mica es un modo de volver hacia la infancia, de actualizar la fuerza de la invención. Construirse una casa con otra lógica a la de las normas establecidas, con otros materiales, con otras reglas constructivas, con el principio de prueba y error, echando mano de lo que se tiene cerca (materiales, herramientas, amigos…)… En tiempos donde tener una casa propia es casi imposible, Mica dibuja un plano en el espacio como si fuera una niña, invita a sus amigos y casi como un juego –con esa ingenuidad que cree todo posible, y con la fuerza emanada de ella- las paredes crecen, la escalera se convierte en escalera, los objetos encuentran su sitio… todos cabemos allí dentro.

Fabi di Luca

(los dibujos son algunas de las casas que nos inventamos con mi hermano mellizo cuando niños)
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- Este es el prólogo que escribió Fabi para el libro "casita", después de una hermosa charla sobre "las casitas" que hacíamos para jugar de niños. Millones de gracias Fabi -