El sueño de la casa propia, de madera, zinc, sin arquitectos, con tus manos, lágrimas, amor, puteadas y sonrisas.

martes, 26 de febrero de 2013

El sueño de Maneki

- No puede ser. Imposible.  Lo gatos no sueñan.
Sentenció  incrédula la perra negra y suspiró hundiendo la cabeza entre sus patitas.

- Te lo juro. También todos sabemos que los gatos no mienten.
Esgrimió el perro blanco, como único argumento.

Sostenía que esa noche el gato dorado le había contado la verdadera historia de la casita. Una sucesión de sueños que habían desembocado en la realidad que lo rodeaba.
El perro blanco comenzaba a pensar  que tal vez ellos también eran un sueño, justo en el momento en que sintió punzar la herida de su manito, producto de la pelea con el perro pendenciero del vecino. Se dio cuenta de  que en los sueños las heridas no punzan. Al menos así es en los sueños de los perros.

Esa noche el perro blanco había escuchado como un chistido desde arriba de la escalera. Todos estaban durmiendo. Solo él y el gato que nunca duerme estaban despiertos. El gato le chistó otra vez  -psst, psst- y nada. -Acá, arriba, dijo. El perro se asustó, porque siempre se asustaba por todo. –Todo esto es un sueño, lo sabés, no? – Cómo que un sueño? Preguntó el perro.

Vio sorprendido como el gato bajó por la escalera  y se sentó a su lado. Era la primera vez que el perro  lo veía moverse de su lugar, sin embargo no se sorprendió. El gato dijo, más o menos lo siguiente:

«Mi vida pasó en containers y en  estanterías, antes de llegar acá. Estaba en una jaula de plástico y no me podía mover. Pensé que mi destino era estar para siempre así, encerrado. Pero una noche soñé. Estaba seguro que esa era una señal de que mi destino pronto cambiaría, porque los gatos no soñamos.  Ese simple hecho para mí era un suceso extraordinario.
Soñé con una niña que tocaba el violín, soñé con el color violeta y con un montón de madera. Imágenes incoherentes, como dicen que suelen ser los sueños. Las noches siguientes no volví a soñar. Una, dos noches y nada. Aunque hacía fuerzas por tratar de recibir otra señal de mi inminente cambio de destino. Nunca perdí las esperanzas. Dos noches después volví a soñar. Soñé con un borracho que lloraba solo en el amanecer, frente a la playa. Y soñé con una chica de carita redonda que dibujaba un plano. Si bien no entendía cuál era la línea que unía estos sueños con los anteriores, estaba seguro que había una trama oculta para mí hasta entonces.

Las ganas de develar la trama oculta que unía mis sueños me hizo más llevadera mi eterna estadía en el estante. Sólo quería dormir. Dormir y soñar.  Me di cuenta de que si lograba dejar mi mente en blanco el sueño venía automáticamente. Primero sólo lograba una somnolencia leve. En esa somnolencia vi palas, pinturas, chapas de zinc. Vi un patito amarillo, muchas fotos y una mesita de luz anaranjada. Con el tiempo mi método me daba sueños más profundos. Vi un arquitecto chino, una casa seudo alpina llena de colores. Los vi a ustedes. A vos y a la perra negra. Sentí una alegría inmensa, porque ese sueño era muy vívido, casi real.

Pasaba todo el día durmiendo, porque quería volver a ese lugar que yo había concebido.

Otra noche me vi en el sueño. Era un cuadro de mi figura, que dominaba el ambiente principal de mi casa. A la noche siguiente comencé a ver todo desde los ojos del gato del cuadro. Vi al que lloraba, a la niña del violín y a la que dibujó el proyecto cenando en una mesa redonda. Ustedes estaban también, echados alrededor de la salamandra. Era invierno. Me di cuenta de que había encontrado mi hogar. No recuerdo haber despertado desde entonces.»

- Qué gato mentiroso, pensó el perro blanco y se puso a dormitar.










(Este cuento fue un regalo de Pedro)


6 comentarios:

Unknown dijo...

que perfecto relato para un sueño hecho realidad :)

Lumi dijo...

Hermosa historia!

Anneris dijo...

Encontre este blog dando vueltas por los blogs de.amigos..me encanto la historia y me enamore de todas tus fotografias. Las luces,los contrastes y composiciones! Realmente preciosas.
Saludos.
Anneris
www.anneriskondratas.com.ar

Aurelia Ramona dijo...

Que lindo el cuentoo!
Anteriormente leí cada post de la casita, despues de que estuvo en Casa Chaucha y en el cuento se ven reflejadas muchas cosas por lo que pasaron! :) Genial!
Saludos
Virginia!

Unknown dijo...

Maravilloso cuento. Queria preguntarte (aunque no leo alusion a eso por lo que me tranquiliza) si dado que estas cercana a La Plata, no tuviste problemas en la inundacion del 2 de Abril. Espero que no te haya afectado en nada. Me encanto tu Casita y tu espiritu.

micaela dijo...

Hola Mono oulin, por suerte en casita no pasó nada, ni una gotera. Estamos en las afueras de La Plata y la tormenta afectó más al centro de la ciudad.
Gracias por tu comentario!